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desacuerdos, conflictos

¿Cómo resolver conflictos o dificultades?

 ¿Sientes que hay desacuerdos,  falta de apoyo en tus relaciones personales o profesionales?

La mayor parte de discusiones o desacuerdos son con las personas que más queremos, pues son con las que más nos relacionamos.

Los desacuerdos en las empresas o negocios son muchas veces originados por la falta de empatía de unos hacia a otros, ninguno de las dos partes abre la mente para ponerse en el lugar del otro, mientras están en ira y por tanto, defendiéndose, no pueden escuchar la otra parte.

La discusión siempre es una sin razón.

¿Cómo reaccionan las mayor parte de las personas ante un conflicto?

1-Huyen del problema: No quieren ver lo que les ocurre, no quieren pararse a pensar ni un solo segundo en su conflicto o dificultad. Resulta mucho más cómodo dejar este problema para mañana o dedicarse a hacer otras cosas, olvidarse de la situación, no prestar atención a este problema personal, familiar, laboral, colectivo….

2- Hablan del problemas a otros: Piensan que hablando y quejándose los problemas se resolverán. Y eso está muy lejos de la realidad.

Cuando hablas de esos problemas te desahogas, te encuentras muy a gusto, incluso puede que te relajes. Pero ese problema tiene tu sello, tu identidad y días después, semanas o meses vuelve a salir porque no está resuelto y vuelves a hacer lo mismo, hablar, quejarte y el problema sigue igual.

3-Esconden el problema:

  • Personas que ven el problema, pero dejan la solución para otro momento, demorándolo en el tiempo.
  • Personas que prefieren no reconocer que hay un problema y ponen la atención en otro sitio, pensando que de ese modo el problema se solucionará solo. Pero el problema aparecerá una y otra vez hasta que la tratemos desde la positividad y el amor.
  • Personas que reprimen los problemas  no los expresan a otros. Esa queja interior se va haciendo muy profunda, en muchos momentos ellos se sienten víctimas de una situación injusta, una vida injusta con ellos, decepcionados, dolidos con ellos mismos y con todo, sintiéndose en lo más profundo de ellos malheridos y maltratados por ellos, los demás o la sociedad. Ese pensamiento continuado genera una vibración que va a hacer que el cuerpo se desequilibre y enferme.

Cada persona tendrá reacciones diferentes ante las situaciones de dificultad o desacuerdos. El cómo reaccionamos ante los conflictos que tenemos con otros hablan de nosotros mismos. La solución para resolver nuestros bloqueos personales o conflictos con otros pasa por estar tranquilos, en equilibrio, empatizar, ponerse en el lugar del otro y enviar amor a esa situación de dificultad.

Te propongo esta herramienta:

TRANQUILIZARTE Y PONERTE EN EL LUGAR DEL OTRO

―Ir a un lugar tranquilo.

―Hacer unas respiraciones profundas con inspiración y espiración conscientes o respiración nasal alterna para equilibrar los hemisferios cerebrales y empezar a ver las cosas desde otra perspectiva.

Ir a tu centro de paz y observar por qué tienes ira, qué razones tienes y en el fondo qué necesitas y qué quieres conseguir.

―Desde tu centro ponerte en el lugar del otro, observar la situación desde su punto de vista y ver que realmente necesita la otra persona. Cuando la otra persona entiende que lo comprendes, tal vez esté dispuesta a escucharte.

―Cuando ya tienes la situación controlada puedes hablar desde el amor.

En la mayoría de los casos reaccionamos con ira por falta de amor a nosotros, y nos damos cuenta de que lo que necesitamos es que nos apoyen, y detrás de ese apoyo está la necesidad de que nos demuestren que nos quieren, que somos importante y necesarios.

La insatisfacción personal nos lleva a generarnos razones para discutir. Realmente es como si estuviésemos enfadados con nosotros mismos y buscásemos  alguien a quien echar la culpa de nuestro malestar. Cuando nos amamos podemos aceptarnos y aceptar a otros mejorando nuestras relaciones.

Detrás de toda discusión está la falta de amor a uno mismo y la necesidad del otro de ser amado.

Cuando empiezas a ver con una perspectiva más profunda te das cuenta de que no hay motivos de discusión, sino razones para amar.

Ver capítulo 8 del libro APRENDER A AMAR

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